A los 40 años, Jessica Saker enfrenta el cáncer de seno metastásico, pero más allá de los retos físicos, lo que más le afecta es la falta de empatía. A lo largo de su proceso, ha lidiado con la indiferencia, sumando una carga emocional a los ya difíciles desafíos financieros y familiares.
Jessica ha visto cómo otras mujeres, forzadas a dejar sus trabajos por tratamientos agresivos, enfrentan reducciones salariales o deben trabajar inmediatamente después de quimioterapias, sin el descanso necesario. Esta falta de educación y sensibilidad agrava la situación de quienes deberían centrarse en sanar, especialmente cuando los seguros médicos no cubren el 100% de los tratamientos.
A pesar de las críticas y la desinformación, Jessica ha optado por establecer límites y transformar su dolor en acción. A través de sus redes sociales, educa y crea conciencia sobre el cáncer, abogando por la empatía y el apoyo emocional a pacientes oncológicos. Su mensaje es claro: la fe y la empatía pueden marcar una gran diferencia en el proceso de sanación. Hoy, al compartir su historia, busca inspirar a otros a ser parte de un entorno más comprensivo y solidario.
